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Chistes de teléfono

Chiste de largos, buenos

Estaba en un restaurante y mientras iba al baño, vi como otra persona tomaba el mismo camino que yo. Al entrar al baño, observé cómo ocupaba uno de los dos
cubículos, que eran de esos que no llegan hasta el techo. Yo, lógicamente, entré en el
otro. De repente, oigo que me dicen:
- ¡Hola!
Yo seguí callado, pero el tipo vuelve a decir:
- ¡Hola!. ¿Me escuchas?
Yo, para no parecer mal educado, contesté:
- ¡Hola!
Y el tipo pregunta:
- ¿Cómo estás?
A lo que contesté:
- Bien, gracias, un poco cansado.
Y el tipo dice:
- ¿Qué haces?
Yo ya estaba intrigado, pensé, siempre hay gente muy rara en este mundo, y contesté:
- ¿Y qué voy a estar haciendo?. Lo mismo que tú, ¡Cagando!
Inmediatamente oigo:
- ¡Mi vida, te llamo después porque tengo a un imbécil al lado, que está contestando a todas mis preguntas!

Tags: restaurantes, teléfono, absurdos

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Otros chistes

Chiste de largos, malos, animales

Se encuentran dos amigos y uno le dice al otro ¿qué tal tu viaje por Africa y el safari de gorilas?.
- Bien, bien, muy bien
Anda cuéntame detalles.
- Bueno pues en primer lugar debes pertrecharte: comprar un rifle muy potente y de alta precisión, contratar los porteadores y naturalmente hacerte con un buen perro gorilero.
- Cuando llegas al cazadero tu te subes a un árbol, los porteadores mueven los árboles donde están los gorilas; cuando cae, el perro gorilero se lanza ferozmente a por él y le muerde los cataplines. El gorila se retuerce de dolor, momento que aprovechan los porteadores para echarle una red y ..., ya está cazado.
- El amigo, que sigue el relato, le pregunta: Y entonces... ¿para qué quieres el rifle potente y de alta precisión?
Bueno es que a veces los porteadores se equivocan y mueven tu árbol, te caes, y no tienes más remedio que matar al perro.

Tags: cazadores, safari

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Chiste de largos, buenos

Era el examen final de inglés en la facultad. Como muchos de los exámenes universitarios, su principal objetivo era eliminar a los nuevos estudiantes. El examen duraba dos horas y cada estudiante recibió su correspondiente hoja de examen con las preguntas.
El profesor era muy recto y severo, catedrático a la antigua usanza, y le dijo a toda la clase que si el examen no estaba sobre su mesa después de dos horas exactamente, no se aceptaría, y el estudiante sería suspendido.
Media hora después de empezar el examen, un estudiante entró por la puerta y le pidió una hoja de examen al profesor:
- No va a tener tiempo usted para terminarlo, dijo el profesor al dársela.
- Si que lo terminaré, contestó el estudiante.
Se sentó y empezó a escribir. Después de dos horas, el profesor pidió los exámenes, y todos los estudiantes, en ordenada fila, los entregaron. Todos menos el que había llegado tarde, que continuó escribiendo como si nada pasase.
Después de otra media hora, este último estudiante se acercó a la mesa donde se encontraba el profesor sentado leyendo un libro. En el instante en que intentó poner su examen encima del montón, dijo el profesor al alumno:
- Ni lo intente. No puedo aceptar eso. Ha terminado tarde.
El estudiante lo miró furioso e incrédulo.
- ¿Sabe quién soy? -le preguntó-.
- No, no tengo ni la menor idea -contestó el profesor en tono de voz sarcástico-.
- ¿Sabe quién soy? -preguntó nuevamente el estudiante, apuntándose a su propio pecho con su dedo, y acercándose de manera intimidante-.
- No, y no me importa en absoluto -contestó el profesor con un aire de superioridad-
En ese momento, el estudiante cogió rápidamente su examen y lo metió en medio del montón, entre todos los demás.
- ¡Eso es perfecto! -exclamó-.
Y se marchó.

Tags: estudiantes, profesores

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